Esta asana recuerda a las esfinges de Egipto, pues así es la postura que adopta el cuerpo.
Lleva la atención, al igual que en la postura de la cobra, a tus pies y piernas apoyadas y empujando el suelo.
Coloca ahora, elevando el tronco, tus codos en línea recta debajo de los hombros, la separación de tus manos en el suelo también debe ser como la de los hombros.
Todo el antebrazo permanece apoyado en el suelo.
Con el empuje de los antebrazos y manos en el suelo comienza a impulsar el pecho hacia adelante y hacia arriba, observa que ahora no debe haber ningún tipo de esfuerzo en tu zona lumbar, y mantén la asana durante algunos segundos.
Esta asana te ayudará de fortalecer no solo la zona dorsal, sino también la zona lumbar si mantienes el empuje de las piernas hacia el suelo.