Tres
formas de espiritualidad son: las ideas impactantes de claridad mental,
sabiduría pura orientada al bien, que piensa y se
expresa; la práctica
de la escucha y la ayuda, interactuando con el mundo, en una fusión
con los demás; la sencilla bondad
en estado puro y no intelectual, que solamente es y no busca
nada.
Zósimo
el starets, es el personaje más impactante del libro
Los hermanos Karamazov de Dostoievski, el ser espiritual de ideas
puras, teórico, filósofo pero inactivo, vive en un
monasterio, donde tiene una casita a parte, recibe visitas de
numerosas personas del pueblo, que vienen a pedirle soluciones a sus
dilemas vitales o milagros y curaciones. Le veneran como a un hombre
santo mientras la iglesia mira para otro lado, dejándole
hacer, pues atrae a nueva gente a monasterio, pese a que está
en contra de sus enseñanzas y prácticas, y está
celosa por su éxito.
Zósimo dice grandes verdades,
nos da ideas que nos abren la mente y el corazón, cómo
puede cavar tan hondo en el conocimiento del hombre y sus tormentos
íntimos es un misterio, se trata sin duda de una persona
iluminada... todos le piden consejo, incluso los no creyentes.
Aliosha,
discípulo
de Zósimo,
es el hermano Karamazov espiritual, aquel a quien todos
llaman para que escuche y preste buenos consejos, el guía que
no se equivoca, pues ve más allá y, como es persona que
practica la bondad, a todo el mundo le gusta tenerlo cerca, siendo
siempre bien recibido. A Aliosha el starets Zósimo le pide que
viva entre el pueblo, como persona laica, que se case y realice su
vida mundana, ello le permitirá llegar a los corazones de
muchas personas, entrar en muchas casas, participar de los amoríos
y de las tramas, no quedarse apartado mirando, sino ser miembro
participante.
Lo curioso es que no puede detener
nada, el asesinato de su padre se realiza igualmente... él se
ha alejado los días previos de los hermanos, el militar
camorrero acusado y el nihilista de ciudad, ambos desquiciados.
Mientras se cuece la acción del asesinato, él no está,
se dedica a hablar con chavales, como si fuera uno más,
asesorando, escuchando, prestando su ayuda a que tengan un buen
comportamiento, como que uno de los chicos, inteligente e
incomprendido líder, vaya a ver a su amigo moribundo en el
hospital con el que se había peleado antes de la enfermedad.
Ayudando más al futuro que a aquello que ya no se puede
detener, como si solo las nuevas generaciones pudieran
regenerarse...
Lejos
de estos complementarios personajes, otro secundario,
El barquero,
es el personaje del libro Siddhartha de Hermann Hesse que enseña
la placidez -fuera de las ambiciones mundanas, realizando su tarea en
soledad- y contemplación -escuchando la voz del río que
dice que todos somo uno- al príncipe fundador del budismo.
Este personaje me gusta porque
representa la sencilla lucidez de esas personas de alma pura,
iluminadas muchas veces sin saberlo, todo bondad, que suele
encontrarse, aunque se trata de un fenómeno difícil de
manifestarse, en personas sencillas, poco intelectuales pero con una
gran profundidad de pensamiento más allá de las
palabras. Es otra forma de espiritualidad, inocente, tranquila,
pacífica en su pequeño rincón, pues no desea
nada más.
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